«Sele» niño nigeriano perseguido

Los niños afectados por la violencia yihadista necesitan consejería post trauma

Vivir como cristiano en Nigeria es estar rodeado de violencia, de miedo a perder a miembros de tu familia e incluso, de perder tu propia vida en ataques de grupos extremistas. Esta realidad también se aplica para los niños, un ejemplo de esto es el pequeño Sele, afectado por las consecuencias de la inseguridad y la intolerancia religiosa. El joven de 13 años perdió a su padre Salomón cuando tenía solo dos años.

El pequeño seguidor de Jesús no recuerda a su padre, pero sabe que fue asesinado por ser cristiano durante un ataque en el pueblo donde viven. Salomón estaba en un mercado comprando comida para apoyar a la familia de un primo que había muerto cuando comenzaron los disparos e incendios.

Cecelia, la madre de Sele, recuerda los hechos: «Empezamos a oír disparos desde todos los lados. Había humo por todas partes. En una última llamada, Solomon me dijo que debería ir a casa y cuidar de nuestro hijo. Dijo que todo en la ciudad estaba en llamas. Entre en desespero, se me apretó el corazón, después de esta llamada, me senté e intenté llamarle varias veces, pero no pude”.

Al día siguiente, Solomon seguía sin volver a casa y eso causó gran preocupación en su familia. Más tarde, la cristiana fue informada de que su marido había muerto. «Cuando mi marido estaba vivo, vivíamos en paz. Era agricultor y cubría todas nuestras necesidades«, comparte la cristiana.

Sin seguridad, pero confiando en Dios

Cecilia se quedó viuda y tuvo que proporcionar comida, vivienda y educación para sus hijos con lo poco que ganaba en el campo. Sin embargo, la cristiana sabía que podía contar con Jesús. Hoy, la familia vive en una casa prestada, y los hermanos de Sele trabajan junto a su madre en el campo.
Todos los hijos de Cecilia y Salomón cuentan con la ayuda de Puertas Abiertas para pagar sus gastos escolares, lo que les permite soñar más. «Un día, cuando sea mayor, quiero ser médico, salvar vidas y ayudar a la gente«, revela Sele. Pero para que eso ocurra, Sele y otros niños cristianos afectados necesitan cura emocional.

Puertas Abiertas invita a los cristianos de América Latina a contribuir con los proyectos de la campaña Regalos de Esperanza, que tiene como objetivo promover la consejería post-trauma para los niños en Nigeria. Durante dos meses, uno de nuestros pequeños hermanos en la fe recibirá atención emocional y espiritual para crecer con esperanza y fe en Jesús.

Creciendo en sabiduría y en estatura

La escuela de Sele también es un lugar de crecimiento espiritual. Es una escuela cristiana en la que el pequeño puede orar sin peligro y compartir su fe abiertamente. El emblema de la escuela, cosido en su camisa, comparte con orgullo su lema: «Temor a Dios».

La historia bíblica favorita de Sele es la de David y Goliat. «Quiero ser como David, que tuvo fe en Dios y derrotó a Goliat«, dice. Afuera, durante el descanso, Sele está rodeado por un grupo de amigos bulliciosos y llenos de energía.
Es fácil verlo cuando patea un balón de fútbol pequeño y desinflado, con la camisa abotonada hasta el cuello y los pantalones abrochados para ocultar elegantemente las costuras que le han quitado. Aquí ha encontrado una comunidad y se ha convertido en un niño que ama a Jesús y a su pueblo.

Incluso con la pérdida de su padre, y los problemas que ha enfrentado su familia, Dios ha redimido sus vidas, contando una historia a través de ellos de Su amor y esperanza. Durante su visita a Sele, nuestro equipo de campo quiso sorprenderlo con un regalo de Navidad. Llamaron de antemano para preguntarle a su madre qué necesitaba. Tímidamente, admitió que no tenían dinero para comprar ropa nueva. A su hijo adolescente se le había quedado pequeña la ropa que tenía.

Entonces, nuestro equipo le regaló a Sele una camisa formal nueva, unos pantalones y una Biblia ilustrada. La alegría y la sorpresa que mostró no tienen precio. Sele parece feliz y sano, algo que parecía impensable tras la muerte de Salomón. Pero Dios le proporcionó a Sele una madre fiel, parientes cariñosos, una gran comunidad de hermanos y hermanas en el extranjero que continúan proveyendo para su educación.

«Quiero agradecerle a los hermanos y hermanas que me ayudan a pagar mis estudios; que Dios los bendiga«, dice Sele. Cecilia hace eco de estos sentimientos. «Doy gracias a Dios por Puertas Abiertas«, dice. «Me están ayudando, especialmente con Sele. Vienen constantemente a visitarme, y siempre me apoyan con los gastos escolares de Sele. Se lo agradecemos mucho… Especialmente Sele, después de cada examen, cuando recibe los resultados, me pregunta si puedo llamar a la oficina [de Puertas Abiertas] para decirles que ha sido el primero de su clase».