El líder revela la diferencia de hostilidad hacia las mujeres cristianas casadas y solteras.
Dirigir una iglesia en el norte de África es una tarea ardua, como en cualquier otra parte del mundo. Sin embargo, el reto de discipular a los cristianos de origen islámico es mayor. Además de ser perseguidos por sus familias, su comunidad y las autoridades, los nuevos convertidos están fuertemente influenciados por los valores y principios de la cultura musulmana.
El pastor Salah, de Argelia, hace una analogía con la Biblia: «El pueblo de Israel tardó unos días en salir de Egipto, pero tardó décadas en sacarse a Egipto de la cabeza». Por lo tanto, el discipulado es esencial para que aprendan y se apropien de los nuevos patrones bíblicos en la vida cotidiana. El líder cristiano trabaja en una gran iglesia en Tizi Ouzou, que fue cerrada e intervenida por el gobierno, pero sigue reuniéndose en pequeños grupos.
Pastorear cristianos de origen musulmán requiere valor. Por ello, algunas denominaciones intentan mantenerse al margen de esta polémica, para no enfrentarse a la hostilidad del gobierno, que tiene una fuerte influencia islámica. Pero este no es el caso del pastor Salah, que lidera hombres y mujeres por igual para ser discípulos de Jesús.
Persecución de los cristianos
El líder argelino reconoce que las mujeres cristianas son más vulnerables a la persecución porque no tienen la opción de abandonar su hogar sin que su reputación se vea perjudicada. «Hay casos en los que las mujeres están atrapadas en sus casas. Se prohíbe el contacto con personas ajenas a la empresa y a menudo se les quita el celular. Acaban aisladas, en una situación terrible», explica.
En ese momento, la movilización del cuerpo de Cristo en la situación es esencial. «Cuando de alguna manera conseguimos ponernos en contacto con la mujer, la animamos a invertir en la relación con sus padres y otros miembros de la familia en casa. Cuando hay una relación de amistad y confianza, mejora la situación. Algunas hermanas de la iglesia tratarán de establecer una relación con la familia. Suele llevar tiempo, pero la solución llegará», asegura.
Según el pastor Salah, la mayoría de las familias de mujeres recién convertidas son más estrictas al principio. Pero cuando la cristiana mantiene una buena relación, las medidas restrictivas impuestas se flexibilizan. «Creo que a menudo las familias responden de forma tan estricta porque temen las reacciones de sus vecinos y de la sociedad», añade.
Sin embargo, la situación cambia cuando la mujer está casada: «Los maridos a veces amenazan a sus mujeres con perderlo todo: el matrimonio y el derecho a ver a sus hijos». Hay casos en los que se producen divorcios y la ley argelina se pone del lado del marido musulmán. Así que algunos viven su fe en secreto.
Para el pastor Salah, los casos extremos de persecución de mujeres casadas se produjeron con mayor frecuencia entre 2006 y 2012. «Creo que eso tiene que ver con la actitud de los hombres. Ahora están más concienciados y también se enfrentan a menos presiones de la sociedad, sobre todo en la región de Cabilia», finaliza.